Cuando un hombro no quiere apoyo.

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Cuando ni siquiera le consuela eso. Un apoyo. Un hombro amigo en el que poder confiar, en el que poder sostenerse cuando las fuerzas flaquean.
Ella prefiere caer al suelo y comerse el polvo.
Ella prefiere llorar a solas y enjugar sus lágrimas.
Ella huye cuando le tienden una mano.
Y todo esto es irracional.
Alguien dijo alguna vez que valoramos mucho menos a las personas que tenemos sobre seguro. Aquellas que pese a nada se irán de nuestro lado por muy mal que nos portemos, por muchos desprecios que les hagamos...
Hasta que se van.
Y quizá la solución es esa.
Que se vayan.
Y que esa niña malcriada reaccione.



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