Bajada a los avernos.
Miedo de salir de casa, de sentirme incómoda, de notarme insegura, de no poder respirar, de toparme con el pateticismo al doblar cada esquina.
Miedo a verle a él y miedo de sucumbir a su dopante melodía. Sonido del infierno, cara de demonio, tacto frío como el marmol y todo él erguido en un altar.
Yo, vacilante, me arrodillare una y otra vez, perdiendome en su mirada, y convirtiendome en un animal patético y dócil, frágil como el cristal, desprotejida como la llama de una vela bailando con el viento.
Humillada y marcada, huiré de nuevo hasta encontrarme con mi inconsciente. Al fin solos, una vez más. Como antes, como ahora, como nunca... Para volver a los sacrificios, al éter más amargo, a la soledad mas inhumana, a la culpa encarnada. Y al orguyo.
Renaceré esta vez tras las murallas con mirada indiferente, helada en mente y alma sintiendome fuerte, segura, sin miedo a respirar.
Me derrumbaré ante el lecho, y al rozar lo efímero, bajaré de nuevo...
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1 Incongruencias:
Con una mirada burla todas aquellas defensas preparadas... caer de nuevo rendido a su voluntad.
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